Estaba revisando fotografías de 1987 cuando recuperé imágenes de mis viajes junto a José Miguel Tabuenca ("Tabu"). Íbamos a visitar lugares insólitos donde algunas empresas, sin empacho alguno, habían tramitado solicitudes para instalar minicentrales hidroeléctricas. Uno de estos parajes era el barranco de Forcos situado en las proximidades de Bergua, un pequeño núcleo repoblado por neorrurales. José Miguel tenía una cultura músical que yo envidiaba. Durante el trayecto de aproximación al barranco por el que circulaban sus aguas libres y cristalinas, mi compañero iba poniendo canciones en el casette de su coche. Ésta era una de ellas. Compuesta por Joan Bibiloni, descubrí a un artista del que nunca había oido hablar hasta entonces. Ahora que vuelvo a revisitar el remoto barranco de Forcos con las fotos y mi memoria, me acuerdo de esta canción y de los tiempos en que todavía muchas cosas eran posibles. Afortunadamente, las aguas de Forcos siguen siendo libres, pero José Miguel ya no está y por el horizonte de la historia se avistan nubes demasiado negras.
INSTRUMENTAL
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