En esta entrada, vuelvo a recordar un álbum entero: la banda sonora de "El cielo protector", la película de Bertolucci. Se mezclan muchos momentos y sensaciones con esta música. Por un lado, el tema principal, que me parece enormemente triste, me traslada a los últimos días de mi abuela Elena. Por aquel tiempo, principios del año 1991, también se estaba librando la guerra del Golfo y el desierto, tan hermoso y tan presente en la cinta, se mostraba incendiado y humeante en las noticias que llegaban de Kuwait. Hubo manifestaciones y cadenas humanas pidiendo el fin de aquella locura y utilicé esta música para poner el sonido al vídeo que grabé. Hubo noches solitarias en Teruel en las que me refugiaba en el cine Maravillas para ver de nuevo como Kit y Port (Debra Winger y John Malcovich) no conseguían recomponer su amor con el desierto como telón de fondo. Este es un disco plagado de sonidos atávicos y obscenamente rítmicos que sumergen a los individuos en el seno de tribus misteriosas. Una música que acompaña a un hombre que busca angustiado el sentido de la vida y lo único que encuentra es la muerte y a una mujer que encuentra, sin buscarlo y cuando ya lo ha perdido, un amor extraño, salvaje y prohibido. Por último, sobre una canción de Charles Trenet, en la película se escucha la voz de Paul Bowles que nos advierte que la vida, como el desierto, produce un espejismo que nos hace creer que es un pozo inagotable y, sin embargo, nuestros momentos están contados.
Invierno del 69. Acabábamos de mudarnos de casa. Recién estrenado el piso de la calle Ávila, todavía quedaba todo el futuro Parque de Roma por construir. Muchas de las naves de la factoría de Escoriaza, ya vacías, aún permanecían en pie. La plaza de Roma era poco más que un proyecto en las oficinas del ayuntamiento y el lugar que hoy ocupa Mercadona estaba a caballo entre una tapia de la fabrica de vagones y la fugaz instalación de una atracción de autos de choque. Las Navidades, con sus vacaciones a la espalda, estaban al caer y a las seis de la tarde ya era prácticamente de noche. Hacia las siete comenzaba a sonar la sinfonola de la pista de coches para atraer a los viajeros. Aquel año, Fórmula V volvió a dar en la diana con un tema que sonaba sin parar entre el ruido que producían los encontronazos y la bocina que anunciaba el final de cada viaje. Como me pillaba al lado de casa, me acercaba a ver, con un poco de envidia, como disfrutaba la gente conduciendo aquellos vehículos de mentirijillas, pero, sobre todo, esperando volver a contemplar una muchacha que, con su trenca marrón, me hacía soñar un amor tan imposible como el del cuento de la canción que estaba escuchando.
Letra
Al terminar aquella fiesta,
te quise hablar, mas tu no estabas,
cenicienta se marchó
sin darme tiempo ni ocasión,
para hablarle de mi amor.
Si nuestro amor se hiciera cuento,
si realidad las ilusiones,
seguiría siendo siempre
desde que te conocí,
cenicienta para mí.
No importará el vestido para estar bonita,
ni que no tengas los zapatos de cristal,
me bastará con el calor de tu sonrisa,
y con saber que para siempre me querrás.
En un reloj darán las doce,
y llegará la media noche,
las estrellas seguirán
con su brillante resplandor,
alumbrando nuestro amor.
No importará el vestido para estar bonita,
ni que no tengas los zapatos de cristal,
me bastará con el calor de tu sonrisa,
y con saber que para siempre me querrás.
Si nuestro amor se hiciera cuento,
si realidad las ilusiones,
seguiría siendo siempre
desde que te conocí,
cenicienta para mi,
cenicienta para mi,
cenicienta para mi.
Me resulta difícil elegir una única canción de este album de Juan Martín, acompañado en casi todos los temas por Mark Isham. Sería durante el otoño de 1988, cuando José Miguel (Tabu) y yo íbamos recorriendo los barrancos del corazón del Pirineo para informar acerca de aquellos lugares dónde las compañías eléctricas tenían la intención de construir minicentrales hidráulicas. Realmente, en aquella época, se desató una especie de furor por aprovechar los desniveles de los arroyos pirenaicos para, tras desviar sus aguas en pleno corazón de las montañas (y dejar el cauce medio seco), volverlas a recuperar unos cientos de metros más abajo acompañadas de unos cuantos kilovatios y unos pingües beneficios. Ignoro si es que no les salían las cuentas, pero, afortunadamente, no se hicieron realidad casi ninguno de aquellos proyectos. La cuestión es que, en uno de estos otoñales viajes, nos alojamos en el Mesón de Salinas, El mesón está situado en un lugar aislado, junto a un cruce de carreteras, y custodiado por las enormes montañas que apenas dejan acceder a los valles de Bielsa y Gistaín. Después de la cena cada uno se refugiaba en su habitación huyendo de la negra oscuridad de la noche cerrada. Tenía entonces un walkman Sony que me acompañaba en todos los viajes y una pequeña provisión de cintas. Además, en aquella ocasión, había adquirido un libro que describía todas las grutas y cavernas que no hacía mucho se habían descubierto cerca de allí, en las inhóspitas gargantas de Escuaín. En el casete sonaba este álbum que había grabado de la discoteca de Julio y, mientras que mi imaginación volaba hacia las cuevas escondidas en aquellos montes tan sombríos, la melancolía también se iba colando en el interior de mi cerebro.
Canción refrescante, banda sonora de un pequeño corto de la factoría Pixar que servía de entretenido aperitivo al magnífico largometraje animado Inside Out. Es probable que esta canción-película la oyera-viera en la primavera de 2015 en compañía de Jorge y de Mikel, pero fue más tarde, en el verano, durante nuestras vacaciones en la Costa Brava, cuando Mikel la volvió a rescatar en la habitación de aquella casa rural (Can 28) que habíamos alquilado en el pueblo de Bellcaire, en pleno Ampurdán.
Si, al levantarnos, esta canción ya nos hacía encarar los días de vacaciones con buen ánimo, lo mejor fue cuando, subiendo el pequeño volcán de Santa Margarida en las proximidades de Olot, volvió a sonar la melodía. El lugar no podía ser más apropiado y aquel pequeño paseo en familia me ilusionaba tanto como el descubrimiento de su nuevo amor al viejo volcán.
Letra
A long, long time ago There was a volcano Living all alone, in the middle of the sea He sat high above his bay Watching all the couples play And wishing that, he had someone too And from his lava came, this song of hope That he sang out loud Everyday, for years and years I have a dream, I hope will come true That you're here with me, and I'm here with you I wish that the earth, sea, the sky up above Will send me someone to lava Years of singing all alone, turned his lava into stone Until, he was on the brink of extinction But little did he know, that living in the sea below Another volcano was listening to his song Everyday she heard his tune, her lava grew and grew Because, she believed, his song was meant for her Now she was so ready to meet him above the sea As he sang his song of hope for the last time I have a dream, I hope will come true That you're here with me, and I'm here with you I wish that the earth, sea, the sky up above Will send me someone to lava Rising from the sea below, stood a lovely volcano Looking all around but she could not see him He tried to sing to let her know That she was not, there alone But with no lava his song was so gone He filled the sea, with his tears And watched his dreams, disappear As she, remembered what his song meant to her I have a dream, I hope will come true That you're here with me, and I'm here with you I wish that the earth, sea, the sky up above Will send me someone to lava Oh they were so happy To finally meet above the sea All together now, their lava grew and grew No longer are they all alone, with aloha as their new home And when you visit them, this is what they sing I have a dream, I hope will come true That you'll grow old with me, and I'll grow old with you We thank the earth, sea, the sky we thank too I lava you I lava you I lava you
En español
Bastante tiempo atrás
había un gran volcán
que vivía ya
solitario a medio mar
Al mirar desde ese altar
que en pareja hay que estar
le dio en desear un amor también
Y de ese hervor fervor un
cántico le brotó y ardió
sin parar su lava así
Mi sueño aquí se hará realidad
si estás para mí y yo para ti
Mi corazón ruega a la mar y a la tierra
amar a un alma de lava
Tras cantar sin ton ni son
esa lava endureció al fin
hasta el borde estar de la extinción
Él nunca imaginó que bajo el mar algún volcán
estaba por ahí oyéndolo en su cantar
Ella diario lo escuchó, su lava ardió y ardió
amó la canción que él le dedicó
Y así pensó en salir a verlo por fin y oír
en esta ocasión, esa canción
Mi sueño aquí se hará realidad
si estás para mí y yo para ti
Mi corazón ruega a la mar y a la tierra
amar a un alma de lava
Desde el fondo apareció un
volcánico primor, viendo al rededor
sin encontrarlo ahí
Estaba sola y quiso él
cantarle y hacerse ver
mas ya sin lava no, nunca cantó
Su llanto el mar inundó,
el sueño aquel se ahogó
y ahí de pronto oyó
cantar su canción
Bastante tiempo atrás había un gran volcán que vivía ya solitario a medio mar
Al mirar desde ese altar que en pareja hay que estar le dio en desear un amor también
Y de ese hervor fervor un cántico le brotó y ardió sin parar su lava así
Volvemos de un largo viaje de verano, le hemos llamado el viaje Kerouac haciendo un guiño a su novela "On the road". Quizás más de cinco mil kilómetros rodando por media Europa y ahora estamos llegando al final. Atrás quedan lugares para el recuerdo: la catedral de Reims, el ardoroso beso de Bastogne, el aroma de Christiania, el puente de Oresund, el castillo de Hamlet, las esculturas de Louisiana, la prisión de Neumunster, el barrio rojo de Hamburgo, el Cern de Ginebra, las garrapatas de Heidelberg y muchos sitios más. También quedan las largas sesiones escuchando los podcast de Todopoderosos y la lamentable actuación de España en el mundial de Rusia. Todo ello y mucho más se ha almacenado en nuestras memorias, que con el tiempo se desvanecerán, y en las abundantes fotos que resistirán mejor el paso del tiempo junto con una escasa banda sonora (los podcast de Todopoderosos lo han invadido todo) en la que destaca esta canción por la que Mikel ha demostrado una devoción especial...él sabrá porqué.
Estoy viajando por la comarca del Matarraña, haciendo fotografías por los pueblos. Mientras conduzco, me acompaño de músicas que suenan aleatoriamente en mi teléfono móvil. Marzo está a la vuelta de la esquina y los almendros ya han florecido. La primavera se adelanta en esta tierra que le dicen la Toscana aragonesa. La tarde es suave, dulce y el sol está situado en el punto exacto para soñar con los tiempos que vendrán cuando la tierra acabe de despertar. Casi sin darme cuenta, todo el paisaje que diviso a mi izquierda, pues viajo hacia el sur, queda envuelto en una melodía que no puede describir mejor la sensación de plenitud de este atardecer. Me gustaría compartir ese momento tan breve en el que se han juntado luz, música, paisaje y las flores rosadas de los almendros y regalárselo a la persona amada, pero todo sucede en apenas un instante y se desvanece como un azucarillo porque no hay nadie a quién le hubiera gustado recibir de mí tan extraño y bello obsequio.